Si usted se viera obligado a abandonar su hogar a toda prisa, en medio de un desastre natural o un conflicto armado, ¿dónde buscaría refugio para usted y su familia? Ante esta pregunta, la mayoría de las personas no tiene ninguna duda: se refugiarían en casa de familiares o amigos. Ir a un alojamiento es una hipótesis que no pasa por la mente de las personas. Es la última opción. Pero es la realidad de millones de personas alrededor del mundo. Guerras, persecuciones y desastres naturales forzaron a setenta y un millones de personas a abandonar sus hogares, según datos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).
Conseguir un techo para albergar a estas personas, aunque sea de lona, es una de las principales preocupaciones de las organizaciones involucradas en brindar una respuesta humanitaria. Y es exactamente por eso que el tema refugio es uno de los pilares del Manual Esfera. Desde principios de mayo, el tema se trata en el módulo de Alojamiento y Asentamiento dentro del curso de Formación del Manual Esfera, realizado por la Fraternidad – Federación Humanitaria Internacional (FFHI).
Aunque los contingentes de personas desplazadas de sus terruños natales se cuentan por millones, no se trata de números. Son seres humanos. Por tratarse de vidas, los trabajadores humanitarios actúan para garantizar el mayor nivel de dignidad y autonomía posible. Solo cuando se agotan todas las opciones -casa de familiares, amigos, casa alquilada o vivienda subvencionada por los gobiernos- surge la hipótesis del campo de refugiados.
Esfera enseña que el alojamiento debe brindar protección contra la lluvia, el frío o el calor excesivo, contra las enfermedades, ofrecer dignidad y condiciones de acceso a los medios de vida. La organización de ayuda humanitaria Catholic Relief Services (CRS) establece dos objetivos generales en su Ciclo de Respuesta Rápida, encabezado por Esfera: El primero, de aplicación inmediata, es proteger las vidas. El segundo, a medio y largo plazo, es reconstruir vidas.
Los estándares mínimos definidos en el Manual Esfera expresan el derecho a una vivienda adecuada en contextos humanitarios, basadosen los principios, derechos y obligaciones establecidos en la Carta Humanitaria, incluyen el derecho a vivir con dignidad, protección y seguridad y el derecho a recibir asistencia humanitaria. Esfera propone que el alojamiento y el asentamiento se consideren juntos. “El alojamiento es el espacio de convivencia de la unidad familiar e incluye los elementos necesarios para el desarrollo de las actividades diarias. El asentamiento es el lugar o territorio donde viven las personas y la comunidad”, define el Manual.
Los principios básicos para lograr estos objetivos se basan en la vida en comunidad y la asistencia técnica. En definitiva, la respuesta oportuna debe salvar vidas y la vivienda debe ser adecuada, dar apoyo a la familia, a la vida comunitaria, seguridad y medios de subsistencia. El Manual Esfera enumera siete estándares mínimos que deben seguirse en las respuestas humanitarias que involucran la construcción de viviendas (vèase recuadro). Pero es importante enfatizar que son enseñanzas sobre lo que hay que hacer. Cómo hacerlo es algo que debe analizarse caso por caso.
CUADRO: Las 7 Normas Para Alojamiento y Asentamiento
Nada Más Permanete que una solución Temporal
Esfera muestra que las situaciones de exilio o refugio pueden prolongarse durante años y, en ocasiones, décadas. Hay ejemplos de soluciones temporales que se extienden en el tiempo por todas partes. En Brasil, esta situación se puede ver en la crisis de los refugiados venezolanos en Roraima. Cuando el primer grupo de misioneros de la Fraternidad -Humanitaria (FFHI) llegó al estado, en noviembre de 2016, se encontró con un panorama desolador: una población de refugiados venezolanos viviendo al aire libre, en las calles. Los misioneros iniciaron una serie de reuniones con autoridades locales y estatales y lograron un mes después que 300 indígenas y 30 no indígenas fueran alojados en el gimnasio deportivo de Pintolândia. Fue el primer refugio creado en el Estado.
“Hubo innumerables desafíos”, dice la misionera Clara. “Actuamos con el corazón, ante un escenario en el que teníamos que encontrar todas las soluciones. Empezamos a crear comités de alimentación, salud, seguridad y soluciones a largo plazo. Escuchamos a la población, mantuvimos reuniones diarias con los caciques. Y, poco a poco, organizamos el lugar”, recuerda.
Esta tarea, dentro de las siete normas de Esfera, en el sentido de articular y coordinar la acción, la búsqueda de un lugar seguro, espacio adecuado para los servicios esenciales, entre otros, llamó la atención de organismos internacionales que comenzaron a llegar a Roraima en el transcurso de 2017, principalmente a las agencias de la ONU como ACNUR y UNICEF. En julio, el ACNUR instaló su oficina en Boa Vista y, en septiembre, firmó una alianza con la Fraternidad – Humanitaria (FFHI).
“Los misioneros escucharon por parte de ACNUR que las misiones que precedieron a la instalación de la oficina mostraban en sus informes que la Fraternidad – Humanitaria (FFHI), por su forma de actuar e intuición, estaba siguiendo protocolos que ACNUR predicaba como protocolos internacionales, de participación de la comunidad en la respuesta a sus problemas y en la formación de los comités ”, cuenta la misionera Clara.
A partir de 2017, el flujo de refugiados venezolanos a Brasil se intensificó. El gran número de migrantes viviendo en las calles era una señal de una situación fuera de control. Fue entonces cuando la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) fue convocada para establecer nuevas alianzas con ACNUR y asumir la gestión humanitaria del albergue Janokoida, en Pacaraima, y del refugio Tancredo Neves, en la capital, Boa Vista.
Fue en la gestión de este refugio donde los misioneros pudieron sentir la importancia de las acciones descritas en Esfera. Cuando el gobierno brasileño comenzó a intervenir en la respuesta a la crisis venezolana en marzo de 2018, a través del Ministerio de la Ciudadanía y del Ministerio de Defensa, junto con ACNUR, los refugios sufrieron una transformación. Los refugiados que se encontraban en el Gimnasio Deportivo Tancredo Neves fueron llevados a un campo de fútbol hasta que se reformó el gimnasio. A los tres días regresaron con el albergue ya remodelado según el Manual Esfera, como recuerda la misionera Clara:
“Participar de las reuniones, ver los protocolos, discutir el Manual Esfera, definir el número de carpas, cuántos baños, cuántas personas cabrían, cuál sería el perfil del refugio, nos hizo darnos cuenta de la importancia de la orientación técnica”, relata. “Estábamos viendo, en vivo, còmo se transformaba de un lugar caótico, entregado a su suerte, en un lugar organizado, donde todo seguía los protocolos estándar”, dice.
Si bien muchas de las acciones desarrolladas por la Fraternidad – Humanitaria (FFHI) fueron las recomendadas por Esfera, fue a partir de ahí que el Manual se convirtió en el eje central de las acciones. Los resultados fueron evidentes. La Fraternidad – Humanitaria (FFHI) había sido invitada a asumir la gestión humanitaria del Refugio Nova Canaã, de familias venezolanas. Los misioneros pudieron seguir la transformación de un espacio vacío, cedido por la Municipalidad de Boa Vista, en un albergue donde todo estaba concebido con antelación y proyectado: lo que sería área de albergue, distribución, área de salud, de educación.
Cuando todo estuvo organizado, los misioneros comenzaron a recibir a los refugiados. Estaban en una plaza de la ciudad y llegaron por la mañana, después de una noche de fuertes lluvias.
“La personas estaban sucias de barro, habían perdido sus pertenencias. Recibieron kits de higiene, colchones y se dirigieron a sus carpas. La mayoría fue directamente al baño, a ducharse. Cuando se fueron, dijeron que era el primer baño decente en mucho tiempo. No reconocíamos a las personas. Los hombres tenían una barba muy larga y cuando se presentaron, limpios y afeitados, tuvimos que preguntar el nombre y verificar a qué carpa pertenecía. Uno de ellos dijo a los misioneros: ‘Hoy finalmente logré mirarme en el espejo’ ”, cuenta la misionera Clara.
Ver la alegría estampada en los rostros de la gente fue una alegría, revela la misionera: “Pudimos ver lo importante que es cuando se lee en el Manual que la entrega de productos NFI (artículos no alimenticios, siglas en inglés) cambia la vida de un persona, de un refugiado. Esta experiencia la vivimos en el refugio Nova Canaã, viendo todo desde cero y viendo los resultados en la cara de las personas”, dice.